Éxodo 28:
1 Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus
hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a
Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón.
2 Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra
y hermosura.
3 Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo
he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón,
para consagrarle para que sea mi sacerdote.
Dios le dijo a Moisés: haz llegar delante de ti a Aarón y a sus
4 hijos, para que sean mis sacerdotes.
Luego le harás vestiduras sagradas, para
honra y hermosura.
Una vez vestidos con
las vestiduras sagradas, Dios los consagraría
como sus sacerdotes.
Aarón y sus hijos
fueron apartados por Dios de entre el
pueblo de Israel para que fuesen sus sacerdotes, y los vistió con vestiduras sagradas para honrarlos y hermosearlos. Y una vez vestidos
con las vestiduras sagradas los consagró como sus sacerdotes.
Un sacerdote es
alguien que ministra algo a Dios. Aarón y sus hijos fueron sacerdotes de Dios
que ministraban en el tabernáculo de reunión, y Aarón se presentaba en el tabernáculo
con el cordero del sacrificio. Una vez
sacrificado el cordero tomaban su sangre con la cual entraban en el lugar santísimo
para expiar los pecados del pueblo de Israel y los cometidos por el mismo, pero
la sangre de los machos cabríos y otros animales, no podían quitar el pecado,
solamente los cubrían, en espera que apareciera el salvador que quitara
realmente los pecados.
Los sacerdotes que
ministraban siempre debían entrar al lugar santísimo con la sangre derramada
por el cordero del sacrificio y en fe. Sin santidad derivada de la FE, morían inmediatamente en la presencia de
Dios, pero si estaban en santidad que venía como resultado de su fe, podían ofrecer la sangre a Dios y
expiar los pecados del pueblo y disfrutar de su presencia.
Jesucristo es nuestro
Sumo sacerdote que presentó el cordero para el sacrificio y luego con la sangre
de ese cordero se presentó ante Dios para quitar y perdonar los pecados de todo
el mundo.
Jesucristo es nuestro
sumo sacerdote y el cordero del sacrificio es el mismo Jesucristo, y la sangre
derramada del cordero del sacrificio, es la misma sangre derramada por Jesús.
Donde Jesús derramó
su sangre?
En el lugar
determinado: la cruz, allí cuando moría por nuestros pecados. Su sangre fue presentada
ante el Padre celestial para quitar y perdonar todos nuestros pecados.
Dios Padre no se complacía
en la sangre de los animales sacrificados, ellos solo anunciaban la venida del mesías
sufriente, que moriría como un cordero sacrificado, dando su sangre como la
ofrenda para el perdón de los pecados.
Como sabemos que la
sangre de Jesús fue aceptada por el Padre celestial para perdón de nuestros
pecados?
Porque Jesús resucitó
de los muertos.
La resurrección del
Señor Jesús demuestra que el Padre lo aceptó como sumo sacerdote, como el
cordero del sacrifico y recibió su sangre para el perdón de pecados de todos
los que crean en él.
Así que Jesucristo se presentó al Padre como el sumo sacerdote y
como el cordero del sacrificio y la
sangre de su cuerpo, como la sangre derramada por el cordero del sacrificio.
Ahora por la FE en
Jesucristo todos nuestros pecados son perdonados, somos lavados y limpiados por
la sangre de Jesucristo.
Quien aplica la sangre
de Jesucristo a nosotros?
Es el Espíritu Santo quien
aplica la sangre de Jesucristo en nosotros los creyentes en Jesucristo,
por eso se le llama el Espíritu Santificador.
El Espíritu Santo nos santifica.
Apocalipsis 1:
Verso 5 y de
Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los
reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su
sangre,
Verso 6 y nos hizo
reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los
siglos de los siglos. Amén.
Jesucristo nos hizo
reyes y sacerdotes para Dios su Padre, a todos los que hemos creído en él.
Tenemos una nueva
identidad en Cristo, somos sacerdotes para Dios su Padre.
Quienes son
sacerdotes para Dios Padre?
Todos los creyentes
en Jesucristo.
Dios nos apartó del
mundo en Jesucristo para hacernos sus
sacerdotes.
Algunos dicen que los
ministros o ministradores o sacerdotes solamente son los pastores,
Otros dicen que los
ministros o ministradores o sacerdotes, solamente, son un grupo selecto o escogido.
Más Jesucristo nos
hizo SACERDOTES a todos los que hemos creído en él.
Jesucristo nos hizo
sacerdotes para presentarnos ante Dios Padre, pero un sacerdote es un creyente que ministra
algo a Dios.
Como Sacerdotes no podemos
presentarnos ante Dios Padre con las manos vacías, siempre debemos presentarnos
en Cristo y con Cristo ante Dios Padre.
NO nos presentamos
ante Dios Padre con nuestras obras, buena conducta o por sacrificios que
hagamos.
Nos presentamos ante
Dios Padre como sacerdotes y no vamos ante él con las manos vacías, tomamos al
Señor Jesús como el cordero sacrificado por nosotros, y su sangre derramada como
el elemento que limpia nuestros pecados.
Jesucristo terminó su
obra en la cruz, murió y derramó su sangre para el perdón de nuestros pecados.
Sacerdotes de Dios
Padre siempre nos presentamos ante él en
Jesucristo y con Jesucristo como nuestro cordero y su sangre derramada como la
sangre derramada ofrecida para el perdón de nuestros pecados.
Cuando oramos por
nosotros o por alguien, no pensamos que nuestra oración es un intercambio de oración
por bendición.
O NO nos presentamos
ante Dios Padre creyendo que él debe premiarnos por nuestra buena conducta.
O No nos presentemos
ante Dios Padre pensando que nuestra oración es un sacrificio, o nuestro ayuno
es un sacrificio, o nuestra vida cristiana es un sacrificio y por ese
sacrificio Dios Padre debe oírnos y
respondernos, olvidando que Jesucristo es el cordero ya sacrificado por
nosotros.
Si pensamos que Dios
Padre debe oírnos y respondernos porque
nos hemos portado bien, faltamos el respeto a Dios con un espíritu de
incredulidad que nos lleva a pensar que podemos añadirle algo a Jesucristo y a
su obra consumada. Teniendo por inmunda la sangre del pacto y pisoteando al
Hijo de Dios.
Dios nos ha vestido
con vestiduras sagradas que nos dan honra y hermosura, ya no estamos desnudos
ante Dios, sino que estamos vestidos y revestidos del Señor Jesucristo.
Sino que nos presentamos como
sacerdotes ante Dios Padre, en el lugar santísimo, solo por Jesucristo y
por qué él ha terminado su obra, considerando su sangre derramada que limpió
nuestros pecados y nos permite presentarnos limpios ante Dios.
Siempre debemos decir
: Padre me presento ante ti como tu sacerdote y me presento en Cristo y nunca
fuera de él, creyendo que él es mi sumo sacerdote y quien terminó la obra y
derramó su sangre que permite ser Salvo, ser limpiado y perdonado de todo
pecado, Si , amén.